Irina abrió la pequeña jaulita, metió su corazón, se miraron fijamente durante un largo tiempo, ella, por fin,
rompió el silencio:
-no me guardes rencor por dejarte aquí, pero ahora me dueles demasiado, y necesito dejarme llevar
por el vacio para poder tenerte dentro de nuevo.
Le dió un beso lleno de amor y ternura, y se giró dándole la espalda. Pronto se volverían a encontrar.
(Mannaz)